Novela para ser escuchada como un soundtrack o leída junto a un amante bilingüe en una lluviosa tarde quiteña. Novela vertiginosa que se apropia de la ciudad y la vuelve un personaje siniestro. Entre la ternura y la violencia, bailando sobre la cuerda floja, Pequeños palacios en el pecho, lanza un dardo contra la mojigatería burguesa, y luego se acomoda, desesperada y tranquilamente, a cometer delitos en nombre de la justicia y a tratar de salvar la vida de animales enfermos, todo mientras un sexo salvaje e intermitente se pasea por ahí, tambaleante, también de forma natural.