Existen al menos dos momentos fundamentales en la obra lírica de Javier Ponce, determinados por las estrategias discursivas que predominan en cada una y que, al mismo tiempo, expresan diversas preferencias temáticas. En un primer momento, prevalece la experimentación y búsqueda conceptual y estilística y, en un segundo, los hallazgos imaginarios más importantes, acompañados de un cambio radical de estilo (…) Parecería que, en el trasfondo de su más reciente obra, Ponce termina por descubrir o aceptar que la poesía deambula, que la poesía convoca siempre la horda. Y que, a pesar de los poetas,
La poesía se escribe a espaldas de otros lenguajes porque deja atrás de sí un texto en ruinas que no se puede restaurar.